La fonda humilde de Cachilupi
Patricio Escobar
Cachilupi era una banda nacional. ¿Su
estilo? Una mezcla de música pachanguera, cumbiona, ska lleno de bronces y
ritmos ágiles. Tenían unos pocos años sobre los escenarios, los suficientes
como para haberse formado un grupo de fanáticos que los seguían a sus
conciertos cual barra de fútbol, con banderas, camisetas, papeles picados y
globos. Johanna era una de ellas. Había conocido sus canciones hace un par de
años cuando una amiga se las hizo escuchar en su celular, y le gustaron.
Ése año, Cachilupi hizo una serie de
eventos junto a otras bandas locales en un conocido antro de la capital,
pachanguero como ellos, denominado La Fonda Humilde de Cachilupi, y en
ésta ocasión Johanna fue acompañada de su nuevo pololo, Gustavo. Una de esas
otras bandas era Barrio Amor, otra banda favorita de ella. Gustavo no conocía
las canciones de esos grupos pero, como sabía un poco de música, igual le
gustaba conocer otros sonidos, y además le fascinaba que Johanna le enseñara
cosas nuevas. Las entradas las había comprado ella por internet unos días
antes, por lo que ése día llegaron relajados pasado las nueve de la noche. El
lugar estaba con mucho público por entre el cual lograron caminar juntos hasta llegar a la caja y comprarse un par de cervezas. Luego de
pagar, pasaron a la barra en donde les acercaron las latas y unos vasos
plásticos.
-Que inútil
esos vasos -pensó Johanna. -¿Quién podría ser tan delicado de servirse la chela
en el vaso? Voy a meter la lata en el vaso para que no moleste.
-Pásame el
vaso -dijo su pololo, quien los aplastó y se los guardó en el bolsillo de sus
jeans.
Siguieron avanzando y se ubicaron en el centro de la pista. Hacia el lado derecho, otra pareja miraba al escenario disfrutando de la
música en vivo. El muchacho tendía a moverse más que ella. Hacia la izquierda,
mucha gente sin mucha distinción se movía emitiendo calor corporal. Hacia
atrás, cuatro mujeres jóvenes de ropa muy ajustada bailaban en circulo como sin
preocuparse del resto. Un poco más adelante, un cabro muy ebrio comenzó a mirar
con ojos entrecerrados hacia atrás.
-Si se pone a mirar a la Johanna, le meto pelea -pensó
Gustavo. Pero a los pocos segundos dicho cabro caminó en dirección a los baños.
Sobre el escenario, una banda desconocida para ambos lucía sus camisas
amarillas uniformes y lograba convencer con sus canciones a los asistentes más
prendidos.
-¡Ahora
entiendo lo que me decías de la definición de los instrumentos -le gritó
Johanna a Gustavo, ambos ubicados en medio de la pista (gritarse era la única
manera de comunicarse cuando casi todos los parlantes estaban dirigidos a
ellos). -¡Sus canciones suenan todas achoclonadas y no logro identificar, por
ejemplo, la guitarra o el bajo!
-¡Exacto.
Igual tienen buen ritmo, pero se nota que les falta cancha!
-¡Cachilupi es mejor según mi opinión porque ya tienen
sus años de experiencia! ¡Mira como se mueve el del teclado, pareciera que
estuviese en trance! Jajajaj.
-¡O con ganas de hacer pichí!
Una banda y dos cervezas más
tarde, la chiquilla tuvo ganas de ir al baño y Gustavo la acompañó entre la
multitud. A mitad de camino, un tipo le regaló algo a Johanna (quien de
inmediato lo reconoció como el bajista de Cachilupi) y siguió caminando hacia
la pista. Parecían dos cajetillas de cigarrillos, solo que más delgados y
pesados.
-Mira. ¿Son cigarros? -dijo ella y se los pasó a
Gustavo.
-No creo. Parecen mazos de cartas.
-Revísalos mientras. Vuelvo en... unos minutos.
La fila
del baño de mujeres era larguísima, en cambio la de hombres literalmente no
existía.
-¡Qué ventaja ser hombre! -pensaba siempre él en
momentos como éste.
Los
minutos pasaban y Gustavo se entretenía mirando las personas que no paraban de
entrar al local: cabros tambaleantes y con la vista algo perdida, grupos de
chiquillas arriba de la pelota, parejas tomadas de la mano, una mina de pelo
rojo sangre.
-Ya, vamos -dijo Johanna cuando regresó del baño.
-Escuché algo que dio mucha risa.
-¿En el baño?
-Si. Una cabra que salió un poco antes que yo le dijo
a otra que estaba en la fila “No había papel. Tuve que hacer un Shakira”
jajajaj.
Gustavo
se quedó un par de segundos con la mirada perdida en el fondo del local
intentando imaginarse qué podría significar “hacer un Shakira”, hasta que el
famosísimo movimiento de caderas de la cantante relampagueó en su mente.
-¡Un Shakira! Jajajajaj. Qué ingenioso.
-Estaba la pura embarrá en el baño. Algunas locas se
metieron caradura al de hombres. Deben haber estado desesperadas. Al principio
los guardias les permitieron, pero después las echaron.
Mientras
caminaban se dieron cuenta que su sitio anterior estaba completamente repleto,
así que tuvieron que ubicarse en otro lugar, hacia la izquierda del escenario.
Se ubicaron cerca de la muralla, sin darse cuenta que estaban en medio del
recorrido que hacían los tramoyas y sonidistas hacia el escenario. Lo notaron
después, al ser constantemente interrumpidos en sus bailes.
-¿Al final eran cartas las cajas? -preguntó Johanna.
-Si, eran cartas, como lo había pensado.
-El que me las dio era el bajista de Cachilupi.
-Ah, ¿si? Mira tu. ¿Y por qué te las dio? ¿Te conoce?
Cuidado, que vienen unos tipos con trombones.
-Jajajja, nah. Le iba entregando a varios mientras
avanzaba.
-Ah. Demás.
Se
pusieron a bailar y ella notó que el piso estaba lleno de vasos plásticos
aplastados.
-Ahí están los vasos inútiles... y latas -pensó, y
mirando a Gustavo le dijo -Los vasos, ¿todavía los tienes en el bolsillo?
-Nah. Los boté cuando íbamos camino al baño.
-¿En el suelo?
-Pero si está lleno... y me pinchaban el culo. Además
bien poco inteligentes los organizadores con entregar vasos plásticos habiendo
tan poco espacio.
Un par de canciones más
tarde, un grupo de cabros a su derecha se pusieron a saltar. Gustavo rodeó a su
polola con su brazo derecho, tratando de protegerla de los empujones, mientras
pensaba -si llegan a pegarle un manotazo, les saco la cresta a los cuatro.
Johanna, por su lado, pensaba -por favor, ¡que no se ponga a pelear! -pero
segundos más tarde los desordenados se calmaron y se fueron en dirección a la
barra.
-Gustavo, me dio sed.
-Pucha, vamos a perder el puesto si vamos a juntos a
comprar.
-Pero anda tu. Yo guardo el lugar.
-Mmm... ya, bueno.
Gustavo
miró a la muralla para buscar algún punto de referencia y notó que estaban
exactamente debajo del menú que el local utiliza cuando de día funciona como
restaurante. Camino a la barra, se colocó detrás de un tipo gordo que iba en la
misma dirección y que funcionó como proa de un barco rompehielos, abriendo los
témpanos despejando el camino a medida que avanzaba.
-Es como manejar detrás de una ambulancia -pensó.
Llegó a
su destino, pagó dos cervezas en la caja y la bar tender le pasó las
latas junto con los vasos plásticos.
-No, sin los vasos.
-¡Nadie quiere los vasos! -dijo la chiquilla.
Johanna, por su lado, veía a
una banda con ropas negras que mezclaban de manera curiosa la cumbia y el rock.
Le pareció nunca haber escuchado una combinación de esa manera. Le gustó el
estilo, pero Cachilupi seguía siendo su banda favorita. Hacia su derecha, una
pareja se puso a besar apasionadamente. La niña tenía el pelo teñido muy rojo y
el cabro era extremadamente flaco y con cara de niño chico.
-¡Tengo que quererte mucho! -dijo Gustavo al regresar.
-Es horrible caminar entre tanta gente y con dos chelas.
-Gracias chochito -dijo Johanna y abrió su lata.
-Oye, esta buena esta banda. Tienen todo el estilo. El
guitarra es como Slash así con la cara oculta.
-Si, está buena.
-Y Cachilupi ¿cuándo?
-Ahora debería salir.
-Oye, que rojo el pelo de ella.
Johanna
pensó que Gustavo siempre comentaba lo rojo del pelo de alguna chiquilla cuando
las veía. Era como un imán de su vista. Se notaba que le llamaba la atención el
pelo colorín, pero ella de ninguna manera se lo teñiría así. Era demasiado
rebelde para su gusto.
-Yaaa, get a room. -dijo Gustavo.
-¿Qué?
-Es como Váyanse a una pieza. Se dice en inglés
cuando hay una pareja demasiado ardiente, como esa colorina con el flaco que
están tan cachondos que llegan a incomodar.
Una
canción más tarde, la banda cumbiera-rock cantó su última canción y dejó el
escenario a los técnicos que instalarían los instrumentos de Cachilupi.
Mientras, el DJ animó el ambiente con clásicos pachangueros, así que Johanna y
Gustavo se pusieron a bailar, siempre moviéndose hacia un lado cuando pasaban
técnicos y tramoyas con instrumentos en dirección al escenario. Minutos más
tarde, los integrantes de la banda tomaban sus posiciones en el escenario. El
grupo de fanáticos comenzó a gritar y agitar sus banderas como si estuviesen en
el estadio y, en cosa de segundos, una docena de globos con los colores de la
banda aparecieron inflados por el público. Tan pronto como Cachilupi comenzó a
tocar la primera canción, todo el público comenzó a saltar y bailar de forma
caótica, demasiado para el gusto de Gustavo, según lo normal para Johanna,
quien coreaba vivazmente todos los temas. Incluso ella se molestó un poco
cuando notó que el vocalista equivocó la letra de una de sus canciones.
-Bueno, igual deben estar cansados de cantar cuatro
días seguidos -pensó. -Y a parte deben haberse tomado sus copetes igual.
-Ésta es la canción que me hiciste escuchar una vez,
¿cierto?
-Siii, te acordaste.
Cada
ciertos minutos, Johanna giraba su cara y notaba que se había alejado unos
pasos de Gustavo al saltar y bailar, entonces regresaba a su posición original.
Gustavo en un principio intentó bailar siguiendo el ritmo de las canciones de
Cachilupi, pero a la cuarta canción se dio por vencido. Simplemente no eran de
su gusto musical.
-Igual me gusta que Johanna tenga su grupo favorito y
que no sea el mismo mío. Eso demuestra que cada uno conserva su individualidad
y no nos estamos volviendo esas molestosas parejas simbióticas que terminan
pareciendo hermanos gemelos más que pololos.
Quince
canciones después, Johanna regresó los últimos tres pasos que se había
distanciado de Gustavo, el que estaba apoyado contra la muralla bajo la pizarra
de precios y lo abrazó.
-Pobrecito, que me acompaña a algo que no le gusta.
-Nah. Si lo pasaste bien, entonces no hay problema.
Además, prefiero ver yo mismo que estás bien.
-Ya estoy lista para acompañarte al recital de Hell
Dragon -la banda de Rock Industrial favorita de Gustavo.
-No, ¿como se te ocurre? No saldrías viva de algo así.
Lo que sí vamos a tener que sobrevivir a Fuzzy -banda brit pop a la que ya
habían comprado entradas -en diciembre, mira que vamos a cancha.
-Oh, verdad. Ahí si que va a ser complicado. Oye,
tengo que ir al baño otra vez -dijo Johanna.
-Pucha, ¿muy urgente?
-No. Puedo esperar.
Gustavo
vio que unos tramoyas pasaron desde el escenario hacia la salida llevando
algunos instrumentos.
-Hace mal aguantarse. Mira, anda detrás de ellos. Te
van a ir abriendo el paso entre la gente. Yo te espero aquí para no perder el
puesto.
-Ya, bueno. Oye, si la próxima banda no es Barrio
Amor, nos vamos no más -dijo Johanna y se fue siguiendo a los tramoyas.
Al
llegar a los baños, la fila estaba tres veces más larga, por lo que el tiempo
de espera fue mucho más que la vez anterior. Para aprovechar el tiempo comenzó
a leer las pizarras con los precios del local y a recordar las canciones de
Cachilupi. Los minutos pasaban y la fila avanzaba poco.
-¿Y si cuando vuelva no encuentro a Gustavo? -pensó.
-Puede que se estuviese comprando una cerveza. ¿Y si se pone a pinchar con la
que atiende en la barra?
-¿Por qué se demorará tanto la Johanna? -pensó Gustavo
por su lado apoyado en la muralla. -¿Y si se encontró con una amiga y se
pusieron a conversar? ¿Y si le metió conversa algún loco curao?
-¿Y si le mete conversa alguna mina y se ponen a
pinchar? ¿Y si esa mina sea pelirroja, la pelirroja que estaba al lado y que el
pololo haya ido al baño y quedó sola igual que él? (Johanna llega al principio
de la fila)
-¿Y si en el camino al baño se encontró con el
baterista de Cachilupi? ¿Y si en realidad la conoce porque... porque... antes
había salido con él y ésa es la historia de porqué conoce la banda y no me lo
había contado? (Gustavo sigue esperando)
-¿Y si cuando vuelva lo encuentro tirando con la
pelirroja? O peor... ¿si lo encuentro tirando con un loco? (Johanna entra a un baño)
-¿Y si en realidad se encontró con una mina en el
baño, y le metió conversa, y se dio cuenta que le gustó y que es lesbiana y
terminan tirando? (Sonora Placeres sube al escenario. Gustavo se come las uñas)
-¿Y si algún loco se pone a saltar y lo pasa a llevar
y se ponen a pelear y cuando vuelva encuentro a los guardias sacándolo del
local todo machucado? (Shakira Shakira)
-¿Y si no me escuchó bien y pensó que la iba a seguir
hasta el baño y esperar afuera a que saliera, y como no me vio y se acordó que
me había dicho que si seguía otra banda que no fuera Barrio Amor nos íbamos y
entonces pensó que yo había salido y salió del local y ahora no la dejan entrar
y no tiene como llamarme porque yo tengo los dos celulares? (le pica la cabeza)
-¿Y si vuelvo y no lo encuentro y voy a la barra y
tampoco está ahí, y lo voy a esperar afuera del baño y no sale y pienso que
salió del local porque se acordó que le había dicho que si la siguiente banda
no era Barrio Amor nos íbamos así que salgo del local y me doy cuenta que
tampoco está afuera entonces pienso que nunca salió del local y estaba entre
toda la gente y no lo vi y ahora está esperándome afuera del baño pensando que
aun no salgo? -Johanna camina entre la gente en dirección a donde estaba
Gustavo y éste efectivamente está allí; respiro profundo.
-Ya. -dice Johanna; respiro profundo de Gustavo.
-¿Todo bien?
-Si. ¿Vámonos?
-¿Pero y Barrio Amor?
-No, vamos no más. Me duelen las piernas. Y además en
vivo parece que no son muy buenos.
-Bueno, vamos. Igual estaba buena la música de Sonora
Placeres.
-Pucha, entonces quedémonos.
-Jajaja. No, si estoy cansado también. Vámonos o más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario