martes, 4 de noviembre de 2014

El primer crononauta (cuento)

El primer crononauta
Patricio Escobar


- Lo primero que me hizo pensar en lo malo que iba la humanidad, fue cuando me abrieron el vehículo y me robaron lo que había en el interior. Eso fue en el verano del 2031. Había salido a comer con mi pareja y, mientras estábamos en el restaurant, alguien desactivó la alarma, voló la chapa de la puerta trasera, la abrió y se llevó lo que ahí estaba. Claro, habían cosas materiales que eran fáciles de recuperar, pero también habían pertenencias y recuerdos cuyo valor comercial no era tanto, pero su simbolismo familiar las hacía imposibles de restablecer.
- ¿Y dónde habías dejado estacionado el vehículo?
- En la calle, a pocos metros del restaurant. Pero ese es justamente el punto. En ese momento pensé que no debería haber existido diferencia entre estacionar en la calle o en un lugar cerrado, simplemente no deberían haber existido personas que intentaran abrir los vehículos ajenos para robar. Eso es algo que la sociedad no estaba considerando y, muy por el contrario, estaba ya tomando por defecto. Mis padres, por ejemplo, no tendrían que haber colocado rejas y vidrios blindados en su negocio para defenderse de los delincuentes, porque simplemente ¡no deberían haber existido delincuentes!
- Cierto. Por favor, continúa.
- Fue en esa época, más o menos, cuando supe de la Organización por la Paz Mundial, la semilla de lo que actualmente es nuestra Sociedad Pacifista Universal, y me uní junto a mi pareja como voluntarios para sus investigaciones en sicología y expansión del mensaje de paz global. Sin embargo, y a pesar de todos nuestros esfuerzos, la humanidad avanzaba a pasos gigantescos a la perdición. Era cosa de ver diariamente los reportes noticiosos sobre los hechos de violencia ocurridos para darse cuenta que nuestros esfuerzos estaban siendo insuficientes. Entonces, con mi novia, tomamos una decisión que si bien nos causó mucho dolor, fue algo que nos hizo tranquilizar y enfocarnos ciento por ciento a la causa de la OPM: decidimos que sería muy cruel de nuestra parte traer al mundo una nueva vida, hacer que una nueva criatura en su estado más puro se enfrentara a esta desastrosa realidad, así que no tendríamos hijos.
- Conociendo a ustedes dos, debió ser una decisión difícil.
- Muy, muy difícil. Ustedes, que nos conocen desde que nos unimos a la OPM, recordarán cuando ansiábamos tener un niño o niña. Fue un acuerdo al que nos tomó meses en llegar, pero concluimos que era lo más sano. Esta “humanidad” estaba siendo cada vez más “deshumana”.
- ¿Qué pasó después?
- Dedicados por completo al programa pacifista, intentamos mejorar la situación mundial, pero al parecer las cosas estaban destinadas a continuar empeorando. Fue en abril del 2036 cuando estalló una nueva guerra en el oriente medio. Pero esta guerra, como ustedes saben, sería algo diferente a las anteriores. Los hechos de violencia se expandieron desde esa región y los países orientales y occidentales comenzaron a tener participación directa. En julio de ese mismo año, ya no cabía duda que nos enfrentábamos a una nueva guerra mundial. La cantidad de destrucción de los meses siguientes fue horrible. El número de muertos y heridos producidos por las nuevas armas de destrucción masiva de las potencias mundiales resultó ser abominable. Nuestro programa pacifista nunca se vio más aminorado ante esas dantescas cifras. Y lo peor vino a ser la reacción de las personas en nuestras ciudades: los enfrentamientos bélicos se concentraban en Europa y el medio oriente, pero acá la anarquía comenzó a tomarse nuestras calles. Muertes y saqueos totalmente innecesarios dejaron a la luz el lado más oscuro del corazón humano. Ese rincón de miedo y maldad que habita en lo más profundo del ser salió a apoderarse de nuestra sociedad. 
- Todos en este consejo hemos sufrido esa violencia. A unos nos han asesinado parientes, a otros nos han atacado al punto de casi darnos muerte. Ustedes mismos fueron víctimas de esa violencia.
- Así es. Una tarde de enero del año siguiente, el 2037, llegando a casa desde el instituto central de la OPM, un grupo de anarquistas me tomó por sorpresa al intentar entrar mi vehículo al garage. Me lanzaron una molotov, la que entró por la ventana del copiloto, y explotó a mi lado. De inmediato me vi envuelto en llamas. Abrí como pude mi puerta y me arrojé al suelo para rodar y tratar de apagar el fuego. Sentí como mi cara y manos ardían, y mi ropa cada vez más se deshacía en cenizas. Segundos después, el grupo de delincuentes apagó con arena el fuego que me envolvía, me levantó de los brazos y me introdujo a la casa. La piel se salía de mi cuerpo acompañada de un dolor intenso. A pesar de que mi rostro estaba monstruosamente quemado, al igual que toda la piel de mi cuerpo, pude ver desde el piso, con dificultad y con espanto, lo que estos individuos hicieron dentro de mi hogar. Destruyeron todo lo material, orinaron y defecaron en el sector del living y pintaron consignas en las murallas. Pero lo peor vino al final: un par de ellos subió al segundo piso, encontraron a mi novia que se encontraba en la habitación, la bajaron al living, le rompieron su ropa, frente a mis ojos la violaron y la golpearon una gran cantidad de veces, con un cuchillo le sacaron todo el cuero cabelludo de su cabeza dejando al descubierto un ensangrentado cráneo, la patearon en el suelo, y finalmente le abrieron el abdomen con una navaja y la dejaron desangrarse sobre la alfombra. Después de eso, uno de los individuos se me acercó mientras yo sollozaba del dolor y la angustia y con un trozo de madera me golpeó fuertemente en brazos y piernas hasta quebrármelas y finalmente me dio un duro golpe en la cabeza con lo que perdí el conocimiento. Solo tiempo después de mi recuperación vine a saber lo que la autopsia reveló: mi mujer tenía 2 meses de embarazo cuando la asesinaron. Sobreviví gracias al avance médico y al personal del hospital que puso todo su esfuerzo en salvarme. En esos largos meses de recuperación, recordando el infame suceso que había vivido y viendo las espantosas imágenes de la guerra y la violencia desatada alrededor del mundo transmitidas por los noticieros, no dejé de pensar cómo la humanidad había llegado a tal punto de maldad. Violencia, saqueos, golpizas, asesinatos, violaciones, actos sin motivo aparente. ¿Es que absolutamente nadie en toda la historia había dado a los hombres un mensaje de paz al ver el mal camino que estaba tomando la sociedad?
- Entonces tuviste la idea.
- Exacto. No teníamos la tecnología en ese entonces, pero ésta se fue desarrollando con los años a la par con mi recuperación física. La medicina me salvó, recuperé mi piel y mis extremidades volvieron a funcionar sin problemas. Incluso se desarrollaron medicamentos para mejorar enfermedades que hasta ese entonces no tenían cura. Por otra parte, la ciencia logró fabricar objetos y máquinas que en generaciones pasadas sólo hubiesen sido parte de textos de ciencia ficción. Desde ese entonces hasta ahora, desarrollé el proyecto que ustedes, el consejo de representantes de la Sociedad Pacifista Universal, tienen en sus manos.
- Para que quede en los registros, explícanos brevemente en qué consiste este proyecto, por favor.
- Considerando que la sociedad ha llegado a lo que se cree un “punto de no retorno” respecto a su violencia y deshumanización (los expertos de nuestra organización aseguran que nos encontramos a un paso del auto-exterminio), y que además los avances científicos y tecnológicos han logrado desarrollar una máquina que logra desplazarse a través del espacio temporal, he concluido que la única manera de salvar a la humanidad es enviar a alguien al pasado que lleve un mensaje de paz y que logre dirigir a los hombres por un buen camino, diferente al de la violencia y destrucción actual.
- Supongo que entiendes que el hecho de influir en una realidad pasada podría afectar a la realidad actual, incluso modificarla a extremos tales que, literalmente todo lo que tu vez ahora, no exista.
- Es una de las posibilidades, y es por eso que lo mejor es que la decisión final de este proyecto sea tomada por ustedes, el consejo en pleno de representantes de la SPU.
- Y es por lo mismo que nosotros hemos deliberado cerca de dos años esa decisión. La conclusión es que, si la humanidad ya se encuentra en el peor punto al que podría llegar, cercana a la aniquilación, tu propuesta significa una nueva esperanza para ella con implicancias que podrían mejorar la realidad humana actual, por lo que fue aceptada y nosotros, el consejo de representantes de la SPU, tomaremos cualquier responsabilidad que este proyecto signifique a la historia del hombre.
- Muchas gracias.
- Hemos decidido, además, que tu mismo seas quien tenga la obligación de llevar al pasado el mensaje de paz que signifique este gran quiebre en la historia.
- Recibo y acepto esa tarea con gusto y mucha seriedad. He estudiado a fondo las circunstancias de este viaje al punto de concluir tiempo y lugar ideal al cual viajar. Todo lo que se refiere a idiomas, costumbres y vestimentas de la época ya está preparado, así como también el mensaje a entregar, los discursos y otros factores para tal propósito.
- ¿Cuál será, entonces, el destino de este viaje?
- Lo ideal es un país del oriente medio, muy cercano al origen mismo de la última guerra mundial. De esa manera en el pasado lograríamos expandir al mundo el mensaje de paz desde el mismo punto en que en nuestra realidad se expandió la violencia que llevó a su destrucción.
- ¿Y cuál será la época?
- En una primera instancia pensé en unos pocos años antes del estallido de la guerra pero, considerando que la violencia en ese tiempo ya estaba arraigada en la sociedad y que la cercanía tecnológica de ésa época podría producir recelo y dudas ante la tecnología que yo desplegaría, dicha época fue descartada. Consideré también que un tiempo muy antiguo sería demasiado arriesgado para viajar; la falta de conocimiento actual que tenemos de esas épocas podría ponerme en dificultades. Concluí entonces que la mejor época es una lo suficientemente antigua como para no encontrar tanta violencia en la sociedad, de la que efectivamente tengamos conocimiento y registros históricos como para saber de su cultura, y cuyo desarrollo tecnológico no sea avanzado como para llegar a conocer la ciencia que yo transportaría.
- ¿Cómo darás a conocer el mensaje de paz?
- De la manera tradicional. Hablando públicamente. Me haré pasar por un individuo de la época, de edad adulta y apariencia regular, y comenzaré a explicar el mensaje a la gente que desee escuchar en las calles.
- Las personas de esa era quizá no comprendan el lenguaje avanzado que llevarás.
- Hablaré con palabras simples y daré a entender el mensaje de paz con ejemplos cotidianos de su época y cultura.
- ¿Y el resto del mundo?
- Seleccionaré y me rodearé un grupo de personas que aprendan el mensaje y lo expandan a otras regiones del globo después de mi.
- ¿Cómo llamarás la atención de la gente para que te escuche?
- Con nuestra ciencia. La tecnología y la medicina me han dado herramientas suficientes para provocar efectos desconocidos en ésa época. Podré sanar enfermedades consideradas mortales en esos años, curar enfermedades a la piel, huesos y órganos internos, problemas visuales y auditivos, epilepsias y hasta incluso catalepsias. Al ver esos resultados, escucharán y creerán en el mensaje de paz. Sanación y paz van de la mano. Después de todo, quienes han desarrollado esa ciencia son principalmente personas pacíficas de nuestra época. Los convenceré que la salvación de la humanidad depende de seguir el camino de la paz.
- Creerán que eres una deidad.
- Me preocuparé de dejar en claro que soy un hijo de la vida, tal y como todos los demás, solo que tendré conocimientos y habilidades más avanzadas, pero que a fin de cuentas la humanidad logrará alcanzar si llegan a tomar el camino de la paz.
- De todas maneras habrá violencia en esa época. Puede que algunos estén en contra de tu mensaje y te persigan, o que algunas autoridades consideren como amenaza tus habilidades y conocimiento. ¿Cómo los enfrentarás?
- Si llego a ser perseguido y atacado, me sacrificaré. Situación que incluso resultaría muy a nuestro favor. Utilizando la ciencia les haré creer que me han matado con su fuerza, pero al “revivir” les demostraré que su violencia es estéril ante el poder de la paz que habré promulgado. Mientras más violencia ocupen contra mí, más inútil quedará demostrada que es. Luego, volveré a nuestro tiempo.
- Te recuerdo que, al volver, puede que no encuentres nada de lo que ahora ves. Que todo lo que hagas en el pasado repercuta modificando nuestro presente.
- Lo tengo claro. Pero es un precio que tanto yo, y al parecer todos ustedes, estamos dispuestos a pagar. De verdad, os digo, existiendo la más mínima posibilidad que la humanidad resultante sea mucho más pacífica y bondadosa que la que tenemos ahora, nuestro sacrificio será retribuido.
- Muy bien. Nos parece que ya está todo dicho.
- Me despido entonces de ustedes. Me demuestro además muy agradecido por la confianza que han depositado en mi.

- Te agradecemos también por todo el trabajo realizado. Los registros escritos y de audio ya han sido archivados. Tienes el permiso definitivo de poner en marcha el proyecto antes explicado. Esta asamblea pública del consejo pleno de representantes de la SPU con fecha 04 de noviembre de 2041 se da por finalizada. Mucha suerte en tu viaje, Jesús.


No hay comentarios:

Publicar un comentario