Y una
manzanilla brotó en la vereda.
Patricio Escobar
En medio de las obras de restauración del
casco antiguo de la capital, un añoso edificio colapsó y se desplomó. Lo poco
estético del muro que separaba al edificio caído con el colindante hizo que
tanto la opinión pública como las autoridades municipales decidieran demoler
este segundo y luego, por el mismo motivo, un tercero, un cuarto, un quinto, y
así sucesivamente. Fue así como un día, finalmente, los capitalinos volvieron a
ver la luz del sol.
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