lunes, 30 de diciembre de 2013

Todos por la roja (cuento)

Todos por la roja
Patricio Escobar


-Bueno. Ya estamos en el campo de juego con el análisis del director técnico de la selección nacional, Iván Zamora. Iván, cuéntanos, ¿que conclusiones se pueden hacer en este momento tan trágico?
-Eh, si. Trágico, ¿no? En un partido tan decisivo como éste en que necesitábamos ganar para clasificar al mundial, y más encima jugando de locales aquí en casa, teníamos todas las probabilidades de ganar. Pero nunca nadie espera que en el entretiempo haya un terremoto sísmico y que comiencen a correr ríos de lava por las calles, ¿no?.
-¿La muerte de don Elías, desde tu punto de vista, influyó en la moral del equipo?
-Eh, por supuesto. Don Elías ha sido sin dudamente por lejos el mejor jugador chileno de todos los tiempos y verlo morir cuando trataba de detener con un kamehameha el río de lava que se aproximaba en dirección a la gente del público asistente... para los chiquillos ha sido un golpe terrible que nos afectó a todos ¿no?
-¿Y qué te pareció la decisión de la FIFA de continuar con el segundo tiempo del partido a pesar de las terribles catástrofes que estaban sucediendo en el país?
-Eh, mal, ¿no? En lo personal no me parece una decisión muy acertera. En el camarín con los chiquillos pensamos en no salir para el segundo tiempo una vez que nos avisaron de la decisión de la FIFA, pero como nuestra selección ya había sido con anterioridadmente castigada por retirarse de un encuentro, preferimos volver y, bueno, fue desastroso.
-Desastroso sin duda, Iván. Bueno, ¿y ahora a hablar con el equipo?
-Eh, si. Voy a ir a hablar con los chiquillos para hacer un diálogo conversacional y analizar internamente lo sucedido ya que todos estamos muy tristes y con la moral baja.
-Muchas gracias Iván. Si, por supuesto, todo Chile se encuentra en estos momentos con la moral muy baja con el sin-duda desastroso resultado del encuentro. Volvemos contigo allá arriba, Felipe.
-Muchas gracias, Claudio. Claudio Salvatierra en el terreno de juego con la percepción del director técnico de la selección, Iván Zamora. Muy certero, por cierto, en catalogar de trágica la jornada de hoy, no solo por el resultado del encuentro sino que también por la muerte del icónico don Elías en la lava y por el fuerte terremoto que afectó el país ¿no, Pato?
-Claramente, Felipe. Un encuentro lleno de emociones. Todas tristes para el país, sin duda. Con este resultado la roja queda una vez más fuera de un mundial cuando, como ya lo habíamos dicho, se daban todas las condiciones para quedarnos con estos tres puntos fundamentales acá mismo en casa. Y sobretodo siendo éste el primer mundial del debutante equipo de Sierra Leona, una selección con mucha potencia de juego y buenos jugadores pero con la falta de experiencia necesaria en eventos internacionales. Lamentable resultado para el fútbol nacional. Felipe.
-No queda mucho que agregar, Pato, más que agradecer cordialmente su sintonía. Los invitamos a quedarse en nuestra señal. A continuación vienen las noticias con los eventos más importantes del acontecer nacional e internacional y en donde probablemente tendremos las primeras cifras de las consecuencias que ha dejado el terremoto y el surgimiento de lava en la capital y, además, en la sección de deportes haremos un resumen de este desastroso encuentro entre la roja y la selección de Sierra Leo.... momento... ¿es ese el De Lorean? Señoras y señores, en este momento puedo ver en la cancha al director técnico de la selección nacional, Iván Zamora, en el De Lorean, y va acompañado del Mago Vendimia y Alerzi Saint-Chess. Al parecer tienen pensado hacer algo... Si, están avanzando a gran velocidad por la pista atlética y ahora están ingresando al terreno de juego en línea recta hacia... Woooow... señoras y señores, el De Lorean conducido por Iván Zamora ha desaparecido cuando recorría la mitad del campo de juego y ha dejado dos líneas ardientes en el campo en dirección al arco norte de éste, el recinto deportivo de Macul.

         Un minuto antes en el camarín de la roja:
-Ya chiquillos, triste de verdad ¿no? Pero no sacamos nada con deshacernos llorando. Ya pasaron todas las cosas malas. Quedamos fuera del mundial, murió don Elías, terremoto en el país, lava en las calles de la capital. Pero igual quisiera destacar primeramente antes que todo el gran trabajo en equipo que han hecho en la selección y que me llena de or...
-Pero profe, no podemos que'arnos así, o sea, yo desde cabro shico que había quirido puro jugar en un mundial como usté y ahora... todo mal.
-Si, Alerzi, te entiendo, pero, ¿que te puedo decir? Hicieron un gran trabajo en equipo pero ya no hay mucho más que hacer.
-¿Y el De Lorean?
-¿Que pasa con el De Lorean, Vendimia?
-Todos sabemos que vocé se compró el De Lorean original con la plata que ahorró desde que se volvió economista. Podemos ocuparlo agora para ir al pasado y corregir todas las cosinhas malas que nos pasaron.
-¡Güena idea! El Mago tiene razón, profe, tenimo' que puro ir pa’l pasa'o.
-Mmm... pero tendríamos que ir así como ahora, porque con los años el De Lorean se ha echado a perder un poco y ahora solo viaja unas cuantas horas al pasado.
-Ya poh, ta diciendo. Vamo'.
-Yo también voy, profesao.
-Ya, bueno, vamos. Mago, Alerzi, síganme.
-¡Fuerza cabroh! Ahora si que la hacimo. ¡CE ACHE Í!
-¡CHI!
-¡ELE É!
-¡LÉ!
-¡CHI CHI CHI, LE LE LE, VIVA CHILE!
         Iván, el Mago y Alerzi caminan por los pasillos del estadio en dirección a los estacionamientos mientras el resto de los jugadores de la selección quedan dándoles vítores desde el camarín.
-Profe, ¿y tinimo algún plan?
-Así como plan, no sé, pero tengo una idea que es muy probablemente que resulte.
-Eu había pensado que vamos a tener que evitar que haya un terremoto.
-No, nada de trucos imposibles, Vendimia. El terremoto es algo que no vamos a poder detener, pero en cambio la lava podemos controlarla.
-Güena güena, profe.
-Ya, súbanse. Yo manejo y ustedes dos se acomodan como puedan en el asiento del copiloto. Ahí, van a tener que hacer un anticucho no más.
-Chaaa. Weno, será no ma'. Me senté primero así que tu te sentai aquí encima, Mago.
-Ya, estamos. Cinturón, motor en marcha, panel de controles temporales. Vamos a viajar a, no sé, unas cuatro de horas antes del partido, eso es seis horas atrás... o cuanto el De Lorean esté pudiendo viajar al pasado. Listo.
-¡Vamos pa' la cansha!

         Segundos después (que con el viaje del tiempo terminan siendo cuatro horas antes del partido), el De Lorean se detiene en el campo de juego, poco antes de entrar al arco norte.
-Uuuhhh. ¿Funcionó?
-Parece que si, profe. El estadio está vacío y está de día.
-Casha, ahí vienen unos guardias corriendo. Preguntémosles que onda.
-Estimados, ¿qué hora es?
-¡Don Iván! -responde extrañado uno de los tres guardias al ver hacia adentro del De Lorean por la ventana del conductor -¿Pero qué...? ¿pero cómo...? ¿Pero...?
-Pero responde rápido poh loco.
-Eh... son las cuatro de la tarde -dice el guarda de más atrás. -¿Este es el auto de Volver al Futuro?
-Sip, el mismo. Y, de hecho, traemos noticias del futuro. En cinco horas más, cuando estemos en el entretiempo del partido, habrá un terremoto y va a correr un río de lava por las calles en dirección al estadio. Necesitamos que nos ayuden a correr el avisamiento para que toda la gente que está esperando afuera del estadio nos ayude a excavar una gran fosa a lo largo de avenida Atenas y así desviar la lava caliente hirviendo. Amigo -dirigiéndose al primer guardia -¿Cuál es su nombre?
-Gonzalo, don Iván.
-Ok. Gonzalo, necesito que suba para arriba y le diga la gente de los parlantes que avisen lo que le acabo de contar. Mago, anda con él para que le crean.
-Toda la historia suena tan incongruente, pero si le creí a don Iván cuando promocionó el Transcapital ¿Cómo no le voy a creer ahora que salió del De Lorean? -le dijo el guardia al Mago mientras corrían en dirección a las escaleras. 
-Amigo -dijo Iván dirigiéndose ahora al segundo guardia -¿como se llama?
-Edmundo, don Iván.
-Edmundo, necesito que vaya corriendo alrededor del estadio y avise a todos los otros guardias y auxiliares, con altoparlantes si es que tienen, que corran la voz a la gente de afuera y les entreguen palas o cosas que sirvan para hacer un excavamiento. Alerzi, anda con él.
-Si profe. La ‘amo a ser se oro.
-Estimado -dirigiéndose al tercer guardia -¿cuál es su nombre?
-Dígame guardia número tres no más, don Iván. Total yo soy el que muero en este cuento pa’ demostrar que la cosa va en serio.
 -Don guardia número tres, necesito que esté atento a cuando aparezca don Elías. Sígalo, no se despegue de él y evite a toda costa de que muera en la lava.
-Si don Iván. Al menos ya sé como voy a morir. ¡Por favor, dígale a mi señora e hijos que morí como un héroe! -dijo el guardia alejándose.
-¿Como se llaman?
-¡Nah, si es mentira. Soy soltero!
-Ya Iván -dijo el D.T. hablándose a sí mismo -tu tienes ahora que hacer algo muy importante -y se fue corriendo al baño. Después hacer sus necesidades, miró su reloj de pulsera, corrió al teléfono público más cercano y llamó al Iván Zamora del pasado (que es el presente de este momento, pero que es el pasado del Iván Zamora que estamos siguiendo en este cuento [que es el que viajó en el De Lorean]). Tras una exhaustiva conversación, la que incluía muchas palabras mal ocupadas gramaticalmente y una serie de redundancias, el Iván del pasado entendió el plan de su contraparte del futuro y continuó con el plan ideado por éste último: la roja entraría al encuentro con mayor determinación que nunca, a pesar de las futuras desgracias que vendrían. Afuera del estadio, la gente liderada por el Mago, Alerzi y los guardas, comprendió las palabras de sus ídolos y trabajó arduamente en construir la fosa que salvaría al estadio de la gran catástrofe. Además, todas las compañías de bomberos de la capital habían enviado sus carros preparados para combatir con agua el calor de la lava. Por su parte, el guardia número tres ya había divisado a don Elías y lo seguía a todas partes tal como Kevin Costner a Whiney Houston en The Bodyguard, con la diferencia de que no llegó a tener un romance.
         Poco pasado las ocho de la noche se dio inicio al partido entre la roja y la selección nacional de Sierra Leona, bajo una atmósfera de nervios y emoción. La ansiedad se veía palpitar en cada uno de los asistentes al estadio, guardias, auxiliares, periodistas, técnicos y jugadores. Manos sudorosas, puños apretados, pupilas dilatadas, corazones bombeando a máxima caldera. Este sería el partido más importante de la historia del país. Los jugadores dan su mayor esfuerzo, pero cuarenta y cinco minutos después, ambos equipos se retiran a camarines con un marcador indicando cero a cero. Y tal como lo había vaticinado el Iván del futuro, exactamente durante el entretiempo, un gran terremoto afecta la mayoría del país y luego vetas subterráneas de magma rompen el suelo dejando fluir su hirviente contenido hacia la superficie en dirección al estadio. La gente mira desde los edificios colindantes al recinto deportivo y se sorprende de tal dantesco espectáculo. Don Elías, creyéndose capaz de realizar un kamehameha para congelar la lava, corre hacia el exterior del estadio, salta la fosa, se saca su camisa y realiza la acción de manera infructuosa.
-Maldito Gokú. Nunca explicaste bien como hacerlo.
         Entonces, el heroico guardia numero tres (que por esos azares de la vida resultó ser un excelente vaquero inmigrante directamente desde Texas, EE.UU.) arrojó por los aires un lazo, atrapó a don Elías y lo tiró hasta arrastrarlo al otro lado del foso, lejos de la abrasadora lava. La multitud testigo de tal hecho levantó por sobre sus cabezas al guardia número tres, pero éste se les resbaló y terminó golpeando el suelo con su cabeza. La últimas palabras que alcanzó a decir en vida las dirigió a don Elías.
-La roja necesita de su aliento.
         Dicho esto, el individuo feneció. Pero el estadio estaba a salvo, la lava había sido desviada por la gran fosa y don Elías corrió al camarín de la roja en donde lanzó un discurso tan emotivo e inspirador que los jugadores salieron al segundo tiempo convertidos en once fieras hambrientas de gol.
-Chiquillos. Dudo que alguno de ustedes no me conozca. Soy don Elías, considerado por muchos el mejor jugador de fútbol de nuestro país en toda su historia. Pero no digo esto por querer vanagloriarme de mi tradición, lo digo porque a pesar de todas las flores que me han echado a lo largo de los años, no me he quedado dormido en los laureles. Si no fuese por un guardia amante del fútbol, yo estaría consumido por la lava de allá afuera, pero hubiese caído con la camiseta puesta por la sencilla razón de que daría todo lo que tuviese por una nueva oportunidad de ver a mi país campeón del mundo. Si, gracias a él estoy aquí, frente a ustedes, justamente para decirles eso. Cuando yo jugaba, muchas veces corrí hasta que mis pulmones se sintieron como dos calderas y mis piernas como ruedas de acero hirviente de tren. Yo sabía que ése era mi límite, pero no quise creerlo y hace pocos minutos me arriesgué a más. Ahora, chiquillos, en que los ojos y la esperanza de los millones de compatriotas están puestos en estos once gladiadores, les pregunto, ¿se atreverán a dar más allá de lo que son sus límites en pro de darle a la historia del fútbol nacional un muy merecido título?
Pobres Sierra-Leoneses: solo tuvieron que conformarse con contar uno por uno los seis balones que entraron en su portería en esos cuarenta y cinco minutos finales.
         Al terminar el encuentro, todos los capitalinos salieron a las calles a festejar de una manera nunca antes vista, siendo lo más suave una mega orgía similar a la escena del libro El Perfume. Los jugadores de la selección se fueron a celebrar a camarín ésta nueva clasificación rompiendo todas las reglas: bebieron vodka con whiskey y jugo de coco, se tiraron rodajas de jamón y de queso por las cabezas, y bailaron Flamenco, Charleston y Dubstep entre otras cosas. Alerzi ya se había hecho muy amigo del Alerzi del pasado y jugaban pleisteichon juntos; el Mago se mostraba juegos de adivinación con cartas cuyo truco él ya conocía (de hecho, su apodo era justamente por ser adepto a la magia y no por sus habilidades en el fútbol) e Iván no podía dejar pasar el momento de pegarse un agarrón en el culo a si mismo y que no se viera raro. Pasadas las doce de la noche, los tres se subieron al De Lorean estacionado a un lado de la cancha y entre alabanzas de sus colegas del pasado volvieron a su tiempo original, donde los tragos, los jamones y el bailoteo se repitió.

Me parece que ésta podría ser considerada la más épica de las batallas que el país haya enfrentado de cara a un mundial, si no fuese porque meses después la roja cayó en cuartos de finales frente a Uruguay y todo se fue nuevamente a la chuña.


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