La chica de sus sueños
Patricio Escobar
Patricio Escobar
-No Mingo, tu papá no va a poder irte a buscar hoy porque
está acompañando a tu tío en el médico.
-Mmm.
-Porque
también podrías esperar hasta que se desocupara y de ahí te va a buscar.
-Ya mamá, no importa. Me voy en metro y en la plaza tomo un
colectivo a la casa.
-Bueno hijo, pero se cuida harto.
-Si, no te preocupes. Chao.
-Chao Mingo. Anda con cuidado.
Para Domingo
no era muy cómodo moverse en el transporte público, especialmente por el
problema en sus caderas que no le permitía caminar con normalidad. Sin embargo,
ocasiones como ésta en que ni la colega que usualmente lo pasaba a dejar y
buscar ni su papá estuvieran disponibles no pasaban siempre.
-Además, un cambio de rutina de vez en cuando no me vendrá
mal.
Se puso de
pie. Se colocó la chaqueta de cotelé negra y la mochila con su tablet en
la espalda. Caminó con su bastón por entre los pasillos del instituto en
dirección a la salida que da al estacionamiento del mall, se despidió de las
secretarias que a esa hora estaban de turno y de algunos alumnos que aun daban
vueltas por el primer piso, atravesó lentamente las mamparas de vidrio y su
cuerpo dio un repentino escalofrío por lo fresco de la tarde. Se detuvo un
momento, se subió el cuello de la chaqueta y siguió caminando con los hombros
algo levantados. Lamentó no tener un cigarrillo para palear un poco el frío
mientras caminaba a la estación, pero solo hace poco se había puesto en campaña
para dejar de fumar en pro de su salud y también de su bolsillo. Cruzó con lentitud los espacios libres entre los autos
estacionados en el mall, siempre prestando atención al suelo donde se apoyaría
a continuación para evitar pisar alguna piedra o basura y perder el equilibro.
-Ojalá no aparezca por
aquí la Carla -pensó. -Estudia por aquí cerca, y no tengo ganas de sonreír
hipócritamente ni aparentar querer saber de alguien que en realidad no me
interesa. Si, podrá ser simpática y todo, pero no me gusta. Lo nuestro fue cosa
de curaos no más. Esas cosas que te pasan en un carrete y que al otro día
lamentas haber hecho cuando te despiertas.
Unos minutos más tarde, llegó a la entrada de la estación de
metro. Bajó por las escaleras mecánicas y cruzó entre los locales de wraps,
revistas, fotos y estampados. Se detuvo unos segundos frente a la tabaquería,
pero en ésta ocasión su fuerza de voluntad fue más fuerte y siguió caminando en
dirección a las boleterías de la estación.
-¿Tendré carga en mi
pase? -se preguntó. -Hace bastante tiempo que no la ocupo.
Caminando entre un río de personas que, cuales autómatas, se
movían sin prestar atención a su alrededor, se dirigió hasta los torniquetes de
la entrada y acercó su tarjeta a un validador. Un único piteo del aparato
indicó que tenía dinero suficiente para pagar el pasaje, así que avanzó por
entre los brazos metálicos giratorios y después hacia el ascensor. Entró junto
a un anciano y una mujer embarazada y bajaron hasta el andén del metro. Un
minuto más tarde, luego de que una estudiante le diera el asiento preferencial
en el carro al que se había subido, Domingo pensó en sacar de su mochila su
libro de Bukowski para aprovechar el tiempo en leer hasta llegar a la estación
en donde iba a bajarse. Un milímetro de mal cálculo espacial con el borde de la
mochila y el libro terminó cayendo al piso del vagón, cerca de los pies de la
persona sentada en frente. No alcanzó siquiera a mover a mochila que tenía en
sus rodillas para agacharse, cuando vio que una delicada mano levantaba su
libro y se lo entregaba de frente. Era la persona sentada frente a él: una muchacha
joven de una abundante melena crespa, ojos oscuros y algo caídos, pero de una
sonrisa amplia y sincera que dejaba ver en plenitud sus blancos dientes.
-Esa sonrisa -pensó
Domingo. -¿Dónde la he visto antes? Una sonrisa así no se ve muy seguido. De hecho,
en este carro (y me atrevería a decir que en todo el tren) no hay nadie que
pueda estar sonriendo como ella. Sin duda es muy bonita.
-Toma, se te cayó el
libro -dijo ella. -Bukowski... lo último que leí de él fue Escritos de un
viejo indecente.
-Bonita... y además
conoce a Bukowski. -pensó Domingo. Se tomó unos segundos para reaccionar y le
dijo -Ah, si, muchas gracias. ¿No has leído Se busca una mujer?
-No, aún no. No me lo he
conseguido.
-Yo lo tengo. Te lo
recomiendo totalmente. De hecho, si lo anduviese trayendo ahora te lo daría
porque es algo que no se debería tener simplemente guardado después de leer.
Hay que compartirlo.
-Jajaj. Muchas gracias.
Me llamo Marcela.
-Un gusto, Marcela. Yo
soy Domingo. ¿Vivirás cerca mío como para pasarte el libro? Yo soy de Lo Prado.
-No poh Domingo. Vengo a
ver a unos amigos de por acá. Yo vivo para el otro lado, en Las Condes.
-Ah. Que mal. Bueno, voy
a andar trayendo el libro en mi mochila por si en algún momento de vuelvo a
encontrar en el metro.
-Jajaja. Que erís buena
onda.
-¿Trabajas en algo
relativo a libros, o lees por gusto?
-No, yo estudio
enfermería, pero me gusta leer en mi tiempo libre. Siempre ando con algo para
leer de poesía o narrativa. Ahora ando con uno de Benedetti.
-Déjame adivinar... La
Tregua.
-Siiii, es mi uno de mis
favoritos. Ya lo he leído varias veces y no me canso. ¿Tu trabajas con libros?
-Se podría decir que si.
Soy profe de literatura en la Universidad de las Antillas.
-Oh, que buena. ¿Y sólo
lees o también escribes?
-Ehh, si, por ahí debo
tener algunas cosas que escribí hace algún tiempo, pero nunca las publiqué.
Ahora estoy más metido en pintar.
-Ya... ¿pintai?
-Estoy aprendiendo. Una
vecina que es profe me está enseñando. Va una vez a la semana y me está
enseñando distintas técnicas.
-Que entrete. Y dibujos
¿has intentado?.
-Si, de hecho ahora
último ando pegado con unos dibujos en blanco y negro que son como ambiguos,
con unas perspectivas súper raras o a veces imposibles de entender físicamente
en la realidad. Me regalaron hace poco un libro con los dibujos y estampas de
M.C...
-...Escher.
-¡Exacto!
-Siii, son muy raros sus
dibujos. Me gustan harto. Que buena que conozcas los trabajos de Escher. Pocos
de mis amigos lo han escuchado.
-Mis amigos tampoco lo
conocen, salvo uno que otro. Oye y ¿son de por acá tus amigos? A lo mejor los
conozco.
-Viven en Quinta Normal.
Ahora voy a la casa de uno de ellos a un asado.
-Ah...
-¿Por qué la cara? ¿No
te gustan los asados?
-No. De hecho, soy
vegano.
-¿Pero lo hacís por que
te hace mal o por los animales?
-Las dos cosas.
-Ahp. Pucha, yo respeto
caleta a la gente que no come carne, pero me gusta tanto y con mis amigos
siempre hacemos asados. Oye, y a parte de leer y pintar ¿Qué más haces en tu
tiempo libre?
-Me gusta la música.
Tengo algunos instrumentos en mi casa.
-Oh, que genial ¿Y qué
música te gusta?
-Metal, Grunge, Rock en
general para tocar. Un tiempo toqué hasta metal sinfónico.
-¿Onda Nightwish?
-Claaaro. Pero si me quiero relajar me pongo a escuchar Jazz y
un vaso de Whisky con hielo.
-Pucha Mingo que tenís
buen gusto. A mi me gusta harto la música, pero no toco ningún instrumento. Lo
mío es la fotografía.
-Ah, ¿y tenís cámara?.
-Siii, me fascina mirar
el mundo a través del lente.
-¿Y publicas tus fotos?
-Las subo a mi face, o
las mando a concursos. Hace poco salió una mía en el diario en la noticia de
unos ciclos de lectura gratuitos en los que estoy participando y que, a todo
esto, te podrían interesar.
-¿Ciclos de lectura? Me
interesa.
-Genial. De hecho la
próxima lectura va a ser éste sábado en el parque Valdivia. Puedes buscarlos en
face como Lectura Gratis. O también puedes agregarme y ahí te doy el
link.
-Ya poh. Gracias. ¿Como
te busco?
-Búscame por Marcy
Spielmann.
-Spielmann. ¿Apellido
alemán?
-Sip, descendiente.
¿Oye, y tu hacís clases por allá cerca del mall?
-Si, justamente.
-¿Y te mueves siempre
por el metro? Lo digo por tu bastón.
-Ah, no. Hoy es un caso
especial. Normalmente una amiga me lleva en auto.
-¿Amiga... amiga?
-Jajajja. Amiga no más.
Estoy soltero de hace rato. ¿Y tu?
-¿Yo? Si. O sea, tengo
pololo, pero...
-Ah... tiene pololo
-pensó Mingo. -Todo lo maravilloso de esta chiquilla no podía ser perfecto así
sin ninguna traba para mi. Me gusta, si, y es ultra simpática y bonita y sabe
de hartas cosas que yo también y saca fotos.... pero tiene pololo. Y uno de mis
principios es nunca fijarme en minas con pololo. Aunque... ¡momento! Dijo Pero
al final. Ese Pero indica algo. Me parece que no está feliz. -Y mirando
de frente le preguntó -¿Pero...?
-¿Pero qué? No, no sé. O
sea, es que tengo pololo pero, no sé, nos vemos re poco. Y además como que no
le gusta mucho carretear.
-¿O sea que no va a
estar en el asado al que vai ahora?
-No, no le gusta mucho
salir. Así como a hacer trekking, que me gusta harto, si me ha acompañado.
O a andar en bici algunas veces. Pero así como cosas sociales es medio... ¿como
decirlo?
-...¿fome?.
-Exacto.
-Pero lo importante es
que tu estís feliz con él.
-Ehmm... Si... Lo que
pasa es que estoy tan acostumbrada a como están las cosas ahora.
-Ahh -pensó Domingo
mirando a Marcela mientras ésta observaba las luces azules del túnel pasar
rápidamente afuera de la ventana. -Pucha, esta mina está aceptando su mala
situación. Que mala onda. Sabe que no está completamente feliz con su pololo
actual, pero no quiere hacer nada para cambiar las cosas. Se está conformando
con lo que tiene, cuando podría tener mucho más. Yo le podría dar mucho más de
lo que tiene, más carretes, más reuniones con amigos, más arte y literatura,
más conversaciones profundas o ligeras según cómo se sienta, más... bueno, por
mi cadera obviamente no le podría acompañar en trekkings o en
cicletadas, pero hay tantas otras cosas que estoy seguro podrían hacerla más
feliz.
Continuó mirándola unos segundos, hasta que le dijo:
-Siempre se puede estar
mejor. Es cosa de reírse más. Y tu tienes bonita sonrisa.
Marcela sonrió, se sonrojó un poco y miró a Domingo.
-Me caíste súper bien,
Mingo. Gracias. Erís súper simpático. Mucho más simpático que... ¡todos los
pololos que ha tenido mi hermana! jajaja.
-Parece que igual le
gusto, un poco que sea -pensó Domingo. -Al menos me dijo que le caía bien.
Pucha. ¿Y si le gusto tanto como ella a mi? Sería ultra mala onda de su parte
que le guste y me friendzonee. El problema es... ella no se va a atrever
a hacer nada para cambiar su situación actual. O al menos no lo va a hacer sin
saber que lo que va a ganar es mejor que lo que va a perder antes. Pero yo
tampoco voy a hacer nada, porque ella está pololeando y nunca armaría problemas
entre una pareja. ¿Qué me queda? ¿Esperar que los planetas se alineen y el loco
termine con la Marce? Tendría que ser muy tonto pa’ terminar con ella, si es
casi perfecta. Si no fuera por él... Ya, y poniéndonos en el caso de que yo me
atreviera a decirle algo a ella... a lo mejor es todo rollo mío y ni siquiera
le gusto y echaría a perder una posible bonita amistad. Porque por mucho que
uno sea adulto, esas cosas pasan. Y puede que hasta nunca más me vuelva a
hablar. Se sentiría rara siendo mi amiga después de haberle dicho que me
gustaba. No podría seguir siendo mi amiga. Yo, su amigo, sí. ...aunque no es
sólo amistad lo que me gustaría de ella.
Y en ese momento pasó algo mágico.
-¿Mingo? -dijo Marcela.
-¿Si?
-Si yo te dijera que lo
que estoy pensando en este momento es una situación en la que nunca pasaría
nada porque ninguna de las dos partes se atrevería a algo ¿entenderías a lo que
me refiero?
-Si. Y si yo te dijera
que una muy buena solución, aunque arriesgada, podría ser que ambas partes
dijeran al mismo tiempo lo que quieren decir. ¿Qué te parecería?
-Me parecería una
excelente idea.
.
..
...
-ME GUSTAS me gustas
PERO TENDRÍA PRIMERO pero no te puedo decir nada QUE TERMINAR CON MI porque
estás pololeando POLOLEO FOME ACTUAL aunque tu PARA INTENTAR sabes que ALGO
NUEVO no eres feliz con él CONTIGO Y PARA ESO pero yo pondría NECESITO SABER SI
todo mi esfuerzo TE ESFORZARÍAS EN HACERME en hacerte MUCHO MAS FELIZ mucho más
feliz.
-¿Hola? ¿Hooola? ¿Estai
bien? Toma, se te cayó el libro -dijo la chica del asiento del frente mientras
le estiraba el brazo entregándole su Bukowski.
-Ah, vale, gracias -le
respondió al mismo tiempo que lo recibía con su mano izquierda y luego abrió el
libro en donde estaba el separador de hojas con imágenes egipcias para comenzar
a leer.
Segundos más tarde, entrando a la siguiente estación, la
muchacha se puso de pie, caminó hacia la puerta del vagón que estaba detrás de
Domingo, le tocó su hombro derecho y dijo:
-Cuídate Mingo. Nos
vemos el sábado.
Ohhhhhhhh profe, está excelenteeeeee!
ResponderEliminarMuchas gracias Alin!! :D
EliminarProfe te quedo genial,quede en modo off xd
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