Todos por la roja
Patricio Escobar
-Bueno. Ya estamos en el campo
de juego con el análisis del director técnico de la selección nacional, Iván
Zamora. Iván, cuéntanos, ¿que conclusiones se pueden hacer en este momento tan
trágico?
-Eh, si. Trágico, ¿no?
En un partido tan decisivo como éste en que necesitábamos ganar para clasificar
al mundial, y más encima jugando de locales aquí en casa, teníamos todas las
probabilidades de ganar. Pero nunca nadie espera que en el entretiempo haya un
terremoto sísmico y que comiencen a correr ríos de lava por las calles, ¿no?.
-¿La muerte de don
Elías, desde tu punto de vista, influyó en la moral del equipo?
-Eh, por supuesto. Don
Elías ha sido sin dudamente por lejos el mejor jugador chileno de todos los
tiempos y verlo morir cuando trataba de detener con un kamehameha el río de
lava que se aproximaba en dirección a la gente del público asistente... para
los chiquillos ha sido un golpe terrible que nos afectó a todos ¿no?
-¿Y qué te pareció la
decisión de la FIFA de continuar con el segundo tiempo del partido a pesar de
las terribles catástrofes que estaban sucediendo en el país?
-Eh, mal, ¿no? En lo
personal no me parece una decisión muy acertera. En el camarín con los
chiquillos pensamos en no salir para el segundo tiempo una vez que nos avisaron
de la decisión de la FIFA, pero como nuestra selección ya había sido con
anterioridadmente castigada por retirarse de un encuentro, preferimos volver y,
bueno, fue desastroso.
-Desastroso sin duda,
Iván. Bueno, ¿y ahora a hablar con el equipo?
-Eh, si. Voy a ir a
hablar con los chiquillos para hacer un diálogo conversacional y analizar
internamente lo sucedido ya que todos estamos muy tristes y con la moral baja.
-Muchas gracias Iván.
Si, por supuesto, todo Chile se encuentra en estos momentos con la moral muy
baja con el sin-duda desastroso resultado del encuentro. Volvemos contigo allá
arriba, Felipe.
-Muchas gracias,
Claudio. Claudio Salvatierra en el terreno de juego con la percepción del
director técnico de la selección, Iván Zamora. Muy certero, por cierto, en
catalogar de trágica la jornada de hoy, no solo por el resultado del encuentro
sino que también por la muerte del icónico don Elías en la lava y por el fuerte
terremoto que afectó el país ¿no, Pato?
-Claramente, Felipe.
Un encuentro lleno de emociones. Todas tristes para el país, sin duda. Con este
resultado la roja queda una vez más fuera de un mundial cuando, como ya lo
habíamos dicho, se daban todas las condiciones para quedarnos con estos tres
puntos fundamentales acá mismo en casa. Y sobretodo siendo éste el primer
mundial del debutante equipo de Sierra Leona, una selección con mucha potencia
de juego y buenos jugadores pero con la falta de experiencia necesaria en
eventos internacionales. Lamentable resultado para el fútbol nacional. Felipe.
-No queda mucho que
agregar, Pato, más que agradecer cordialmente su sintonía. Los invitamos a
quedarse en nuestra señal. A continuación vienen las noticias con los eventos
más importantes del acontecer nacional e internacional y en donde probablemente
tendremos las primeras cifras de las consecuencias que ha dejado el terremoto y
el surgimiento de lava en la capital y, además, en la sección de deportes
haremos un resumen de este desastroso encuentro entre la roja y la selección de
Sierra Leo.... momento... ¿es ese el De Lorean? Señoras y señores, en este
momento puedo ver en la cancha al director técnico de la selección nacional,
Iván Zamora, en el De Lorean, y va acompañado del Mago Vendimia y Alerzi
Saint-Chess. Al parecer tienen pensado hacer algo... Si, están avanzando a gran
velocidad por la pista atlética y ahora están ingresando al terreno de juego en
línea recta hacia... Woooow... señoras y señores, el De Lorean conducido por
Iván Zamora ha desaparecido cuando recorría la mitad del campo de juego y ha
dejado dos líneas ardientes en el campo en dirección al arco norte de éste, el
recinto deportivo de Macul.
Un minuto antes en el camarín de la
roja:
-Ya chiquillos, triste
de verdad ¿no? Pero no sacamos nada con deshacernos llorando. Ya pasaron todas
las cosas malas. Quedamos fuera del mundial, murió don Elías, terremoto en el
país, lava en las calles de la capital. Pero igual quisiera destacar
primeramente antes que todo el gran trabajo en equipo que han hecho en la
selección y que me llena de or...
-Pero profe, no
podemos que'arnos así, o sea, yo desde cabro shico que había quirido puro jugar
en un mundial como usté y ahora... todo mal.
-Si, Alerzi, te
entiendo, pero, ¿que te puedo decir? Hicieron un gran trabajo en equipo pero ya
no hay mucho más que hacer.
-¿Y el De Lorean?
-¿Que pasa con el De
Lorean, Vendimia?
-Todos sabemos que
vocé se compró el De Lorean original con la plata que ahorró desde que se
volvió economista. Podemos ocuparlo agora para ir al pasado y corregir todas
las cosinhas malas que nos pasaron.
-¡Güena idea! El Mago
tiene razón, profe, tenimo' que puro ir pa’l pasa'o.
-Mmm... pero
tendríamos que ir así como ahora, porque con los años el De Lorean se ha echado
a perder un poco y ahora solo viaja unas cuantas horas al pasado.
-Ya poh, ta diciendo.
Vamo'.
-Yo también voy,
profesao.
-Ya, bueno, vamos.
Mago, Alerzi, síganme.
-¡Fuerza cabroh! Ahora
si que la hacimo. ¡CE ACHE Í!
-¡CHI!
-¡ELE É!
-¡LÉ!
-¡CHI CHI CHI, LE LE
LE, VIVA CHILE!
Iván, el Mago y Alerzi caminan por los
pasillos del estadio en dirección a los estacionamientos mientras el resto de
los jugadores de la selección quedan dándoles vítores desde el camarín.
-Profe, ¿y tinimo
algún plan?
-Así como plan, no sé,
pero tengo una idea que es muy probablemente que resulte.
-Eu había pensado que
vamos a tener que evitar que haya un terremoto.
-No, nada de trucos
imposibles, Vendimia. El terremoto es algo que no vamos a poder detener, pero
en cambio la lava podemos controlarla.
-Güena güena, profe.
-Ya, súbanse. Yo
manejo y ustedes dos se acomodan como puedan en el asiento del copiloto. Ahí,
van a tener que hacer un anticucho no más.
-Chaaa. Weno, será no
ma'. Me senté primero así que tu te sentai aquí encima, Mago.
-Ya, estamos.
Cinturón, motor en marcha, panel de controles temporales. Vamos a viajar a, no
sé, unas cuatro de horas antes del partido, eso es seis horas atrás... o cuanto
el De Lorean esté pudiendo viajar al pasado. Listo.
-¡Vamos pa' la cansha!
Segundos después (que con el viaje del
tiempo terminan siendo cuatro horas antes del partido), el De Lorean se detiene
en el campo de juego, poco antes de entrar al arco norte.
-Uuuhhh. ¿Funcionó?
-Parece que si, profe.
El estadio está vacío y está de día.
-Casha, ahí vienen
unos guardias corriendo. Preguntémosles que onda.
-Estimados, ¿qué hora
es?
-¡Don Iván! -responde
extrañado uno de los tres guardias al ver hacia adentro del De Lorean por la
ventana del conductor -¿Pero qué...? ¿pero cómo...? ¿Pero...?
-Pero responde rápido
poh loco.
-Eh... son las cuatro
de la tarde -dice el guarda de más atrás. -¿Este es el auto de Volver al
Futuro?
-Sip, el mismo. Y, de
hecho, traemos noticias del futuro. En cinco horas más, cuando estemos en el
entretiempo del partido, habrá un terremoto y va a correr un río de lava por
las calles en dirección al estadio. Necesitamos que nos ayuden a correr el
avisamiento para que toda la gente que está esperando afuera del estadio nos
ayude a excavar una gran fosa a lo largo de avenida Atenas y así desviar la
lava caliente hirviendo. Amigo -dirigiéndose al primer guardia -¿Cuál es su
nombre?
-Gonzalo, don Iván.
-Ok. Gonzalo, necesito
que suba para arriba y le diga la gente de los parlantes que avisen lo que le
acabo de contar. Mago, anda con él para que le crean.
-Toda la historia
suena tan incongruente, pero si le creí a don Iván cuando promocionó el
Transcapital ¿Cómo no le voy a creer ahora que salió del De Lorean? -le dijo el
guardia al Mago mientras corrían en dirección a las escaleras.
-Amigo -dijo Iván
dirigiéndose ahora al segundo guardia -¿como se llama?
-Edmundo, don Iván.
-Edmundo, necesito que
vaya corriendo alrededor del estadio y avise a todos los otros guardias y
auxiliares, con altoparlantes si es que tienen, que corran la voz a la gente de
afuera y les entreguen palas o cosas que sirvan para hacer un excavamiento.
Alerzi, anda con él.
-Si profe. La ‘amo a
ser se oro.
-Estimado
-dirigiéndose al tercer guardia -¿cuál es su nombre?
-Dígame guardia
número tres no más, don Iván. Total yo soy el que muero en este cuento pa’
demostrar que la cosa va en serio.
-Don guardia número tres, necesito que
esté atento a cuando aparezca don Elías. Sígalo, no se despegue de él y evite a
toda costa de que muera en la lava.
-Si don Iván. Al menos
ya sé como voy a morir. ¡Por favor, dígale a mi señora e hijos que morí como un
héroe! -dijo el guardia alejándose.
-¿Como se llaman?
-¡Nah, si es mentira.
Soy soltero!
-Ya Iván -dijo el D.T.
hablándose a sí mismo -tu tienes ahora que hacer algo muy importante -y se fue
corriendo al baño. Después hacer sus necesidades, miró su reloj de pulsera,
corrió al teléfono público más cercano y llamó al Iván Zamora del pasado (que
es el presente de este momento, pero que es el pasado del Iván Zamora que
estamos siguiendo en este cuento [que es el que viajó en el De Lorean]). Tras
una exhaustiva conversación, la que incluía muchas palabras mal ocupadas
gramaticalmente y una serie de redundancias, el Iván del pasado entendió el
plan de su contraparte del futuro y continuó con el plan ideado por éste
último: la roja entraría al encuentro con mayor determinación que nunca, a
pesar de las futuras desgracias que vendrían. Afuera del estadio, la gente
liderada por el Mago, Alerzi y los guardas, comprendió las palabras de sus
ídolos y trabajó arduamente en construir la fosa que salvaría al estadio de la
gran catástrofe. Además, todas las compañías de bomberos de la capital habían
enviado sus carros preparados para combatir con agua el calor de la lava. Por
su parte, el guardia número tres ya había divisado a don Elías y lo
seguía a todas partes tal como Kevin Costner a Whiney Houston en The
Bodyguard, con la diferencia de que no llegó a tener un romance.
Poco pasado las ocho de la noche se dio inicio al partido
entre la roja y la selección nacional de Sierra Leona, bajo una atmósfera de
nervios y emoción. La ansiedad se veía palpitar en cada uno de los asistentes
al estadio, guardias, auxiliares, periodistas, técnicos y jugadores. Manos
sudorosas, puños apretados, pupilas dilatadas, corazones bombeando a máxima
caldera. Este sería el partido más importante de la historia del país. Los
jugadores dan su mayor esfuerzo, pero cuarenta y cinco minutos después, ambos
equipos se retiran a camarines con un marcador indicando cero a cero. Y tal
como lo había vaticinado el Iván del futuro, exactamente durante el
entretiempo, un gran terremoto afecta la mayoría del país y luego vetas
subterráneas de magma rompen el suelo dejando fluir su hirviente contenido
hacia la superficie en dirección al estadio. La gente mira desde los edificios
colindantes al recinto deportivo y se sorprende de tal dantesco espectáculo.
Don Elías, creyéndose capaz de realizar un kamehameha para congelar la lava,
corre hacia el exterior del estadio, salta la fosa, se saca su camisa y realiza
la acción de manera infructuosa.
-Maldito Gokú. Nunca
explicaste bien como hacerlo.
Entonces, el heroico guardia numero tres (que por
esos azares de la vida resultó ser un excelente vaquero inmigrante directamente
desde Texas, EE.UU.) arrojó por los aires un lazo, atrapó a don Elías y lo tiró
hasta arrastrarlo al otro lado del foso, lejos de la abrasadora lava. La
multitud testigo de tal hecho levantó por sobre sus cabezas al guardia
número tres, pero éste se les resbaló y terminó golpeando el suelo con su
cabeza. La últimas palabras que alcanzó a decir en vida las dirigió a don
Elías.
-La roja necesita de su
aliento.
Dicho esto, el individuo feneció. Pero el estadio estaba a
salvo, la lava había sido desviada por la gran fosa y don Elías corrió al
camarín de la roja en donde lanzó un discurso tan emotivo e inspirador que los
jugadores salieron al segundo tiempo convertidos en once fieras hambrientas de
gol.
-Chiquillos. Dudo que
alguno de ustedes no me conozca. Soy don Elías, considerado por muchos el mejor
jugador de fútbol de nuestro país en toda su historia. Pero no digo esto por
querer vanagloriarme de mi tradición, lo digo porque a pesar de todas las
flores que me han echado a lo largo de los años, no me he quedado dormido en
los laureles. Si no fuese por un guardia amante del fútbol, yo estaría
consumido por la lava de allá afuera, pero hubiese caído con la camiseta puesta
por la sencilla razón de que daría todo lo que tuviese por una nueva
oportunidad de ver a mi país campeón del mundo. Si, gracias a él estoy aquí,
frente a ustedes, justamente para decirles eso. Cuando yo jugaba, muchas veces
corrí hasta que mis pulmones se sintieron como dos calderas y mis piernas como
ruedas de acero hirviente de tren. Yo sabía que ése era mi límite, pero no
quise creerlo y hace pocos minutos me arriesgué a más. Ahora, chiquillos, en
que los ojos y la esperanza de los millones de compatriotas están puestos en
estos once gladiadores, les pregunto, ¿se atreverán a dar más allá de lo que
son sus límites en pro de darle a la historia del fútbol nacional un muy
merecido título?
Pobres Sierra-Leoneses: solo tuvieron que conformarse con contar uno por
uno los seis balones que entraron en su portería en esos cuarenta y cinco
minutos finales.
Al terminar el encuentro, todos los capitalinos salieron a
las calles a festejar de una manera nunca antes vista, siendo lo más suave una
mega orgía similar a la escena del libro El Perfume. Los jugadores de la
selección se fueron a celebrar a camarín ésta nueva clasificación rompiendo
todas las reglas: bebieron vodka con whiskey y jugo de coco, se tiraron rodajas
de jamón y de queso por las cabezas, y bailaron Flamenco, Charleston y Dubstep
entre otras cosas. Alerzi ya se había hecho muy amigo del Alerzi del pasado y
jugaban pleisteichon juntos; el Mago se mostraba juegos de adivinación con
cartas cuyo truco él ya conocía (de hecho, su apodo era justamente por ser
adepto a la magia y no por sus habilidades en el fútbol) e Iván no podía dejar
pasar el momento de pegarse un agarrón en el culo a si mismo y que no se viera
raro. Pasadas las doce de la noche, los tres se subieron al De Lorean
estacionado a un lado de la cancha y entre alabanzas de sus colegas del pasado
volvieron a su tiempo original, donde los tragos, los jamones y el bailoteo se
repitió.
Me parece que ésta podría ser considerada la más épica de las batallas que
el país haya enfrentado de cara a un mundial, si no fuese porque meses después
la roja cayó en cuartos de finales frente a Uruguay y todo se fue nuevamente a
la chuña.