Y a la salida no estaba
Patricio Escobar
“What’s
on your mind?” Facebook,
te contaré lo que hay en mi mente.
Leía cuentos de Poe y Cortázar acostado en el pasto del bandejón central de
Pajaritos cuando un perro callejero se acercó. Yo solo tenía la orilla de una
empanada que recién había almorzado, así que se la di de comer y el perro, agradecido, se
echó a mi lado. Cuando mi espalda se enfrió y mi estómago comenzó a emitir
ruidos solicitando alimento, me paré y caminé en dirección a la pieza que
arriendo. Noté que el perro decidió seguirme, pero se demoró en cruzar la calle
por la cantidad de autos que pasaban a esa hora. Miré las tres veces que lo
intentó y que tuvo que devolverse al pasto por los bocinazos de los autos. Lo
logró a la cuarta. Pensé que seguir leyendo encerrado en mi pieza sería
aburrido y que si compraba algo rápido para comer podría darle un poco a mi ahora
can amigo. Caminé hacia el supermercado y el perro me siguió hasta la entrada.
Una vez dentro, pesé pan, tomé un sachet de mortadela y uno de queso. Pasé por
el pasillo de los productos para perro y compré una lata de comida para perro
adulto. Emocionado pasé por la caja imaginando al perro comer el contenido de
esa lata, pero al salir del supermercado… el personaje de cuatro patas no
estaba. Infructuosamente lo busqué por el sector por varios minutos hasta que
me di por vencido y volví al lugar en donde lo vi por primera vez. ¿Moraleja de
la historia? No hay. Solo quería decirles que tengo en mi mano un tarro de
comida húmeda para perro adulto.
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